La primera vez que vimos la propiedad ya nos quedamos realmente impresionadas. El espacio contaba con algo más de 200 m2, diáfano y con columnas que podía ser perfectamente un parking o un taller de reparación de vehículos si no fuese porque estábamos a la altura de un quinto piso.
La intención del propietario era levantar un espacio de uso mixto, home-office, y vender en el menor tiempo posible.
El ventanal acristalado del fondo como escaparate que mostraba a modo de cuadro la luz cálida que tiene Barcelona al atardecer, la escalera de incendios metálica de color amarillo y el carácter industrial puro, hizo que nuestra imaginación volara hasta el mítico barrio de Brooklyn en New York.
La mezcla de materiales fue la base del cambio. Integramos madera entre el hierro y el microcemento, sumamos textiles coloridos a las barras de acero, alfombras cálidas sobre suelos de madera que contrastan con las paredes de hormigón, iluminamos con luz cálida los espacios que habían sido gélidos y pusimos algo de vegetación por cumplir una de las leyes del Feng Shui.
Sumamos un proyecto más, un proyecto que siempre mantendremos en nuestro recuerdo porque los proyectos son como los hijos, aunque siempre llega un momento en el que les has de soltar de la mano para que vivan sus propias vidas.